En el
entendido que los productos chatarra son aquellos que perjudican la salud de
las personas y que entorpecen la creatividad e inteligencia de los menores y
adultos con el derroche de dinero innecesario que se gasta en su publicidad, y
el posterior gasto que generan con sus males ocasionados, como la obesidad, la diabetes,
el colesterol, entre otras enfermedades; los personajes públicos que aspiran a
los próximos cargos de elección popular, claramente son la analogía de una Coca
cola, unas Sabritas, un Twinkie, o cualquiera de esos empaques que lucen
relucientes y muy llamativos en los estantes de los diferentes
establecimientos, que de no ser por esto, serían incapaces de venderse por sí
solos pues su contenido es lo más parecido a la basura, como sucede con los
actuales candidatos a dirigir la capital y el spot-izado México.
En el primer
encuentro que se ha realizado para que los políticos mostraran su habilidad y
capacidad intelectual para gobernar la República, no hubo ninguna sorpresa,
debido a que ya se sabía de sus incapacidades para argumentar y refutar
planteamientos sólidos; por el contrario, nuevamente sacaron a relucir el cobre
con lo que mejor saben hacer, aventarse piedrazos y blasfemias, como si de una
pelea callejera se tratara y no del futuro de México.
Para empezar,
la valiente candidata del PAN que se
ha desgastado en agredir a su contrincante del PRI, como en
2006 lo hizo Calderón contra López Obrador, al arranque del debate en el Word
Trade Center, temblaba al saberse que el asunto era de ideas y no de
agresiones, por lo cual, ante la falta de argumentos y para calmar su nervios,
inmediatamente tuvo que recurrir a la
agresión, como si de una discusión de lavadero se tratara. En uno de los rubros
más importantes para el desarrollo del país, que es ciencia y tecnología, solo
atinó a pedir el apoyo de los docentes para detectar al “reducido número de niños
talento”, a fin de otorgarles una beca para el desarrollo de sus estudios,
dejando entre ver que su incapacidad como economista le hace pensar que la
mayoría de los pequeños son torpes, sin derecho a la conclusión ni el progreso
de sus estudios, como el PAN lo ha venido promoviendo con sus ridículas becas
que pretender hipotecar a los jóvenes que quieran estudiar la universidad,
prestándoles un promedio de 300 mil pesos, para después cobrarles más de medio
millón.
En torno al
candidato del PRI, que incapaz de terminar de leer un libro en su vida, hizo
honor al término maleta con sus constantes muletillas que le
impedían coordinar frases, a pesar que seguramente le habían encomiado que las
memorizara porque no le iban a permitir colocar su inseparable teleprompter
para que fuera leyendo lo que tenía que decir, no pensado. Pero también muy
pronto recurrió al tema en que más ha invertido en su campaña: su sonrisa con
cara bonita, como lo hizo cuando el candidato de la Izquierda le pidió cuentas
de los robos de su tío Arturo Montiel, ya que él se desempeñaba como su secretario de finanzas.
La respuesta fue la falta de tiempo, seguida de una delineada y blanca sonrisa.
Posteriormente sus propuestas sólo se basaron en un tal Sistema de Seguridad Social,
seguramente como su padrino Salinas se lo enseñó con Salidaridad.
Con respecto
al candidato de las Izquierdas, su tiempo lo invirtió más en uno de sus lemas
de campaña: informar a la población lo que la televisión y las taranovelas no dicen, que son asuntos de corruptela que existen
entre los padrinos de Peña Nieto, encabezados por Carlos Salinas de Gortari y
el ratero de su tío Arturo Montiel, cuestionado severamente por el escritor German Dehesa, quien hasta sus
últimos días de vida le exigió cuantas de los saqueos en el Edomex, con un “Qué
tal durmió Arturo Montiel”. Bueno, a
raíz del mandato de Salinas una reducida población en México, sobre todo
políticos y empresarios, como Carlos Slim y los hermanos de Salinas de Gortari,
se hicieron más ricos de lo que ya eran, gracias a los apoyos del poder y de la
brecha que dista cada día más entre la población pobre y rica, así lo
informó el señor Obrador, invocando a Morelos en la indulgencia y la opulencia.
Según los
especialistas en medios, quien mejor salió librado de la contienda fue el
“parapeto” de la maestra Elba Esther Gordillo, quien lejos de sus buenas
intenciones con su Secretaría de Ciencia y Tecnología, no puede negar que su
único objetivo es continuar con el registro del partido de la señora por quien
fue contratado, para seguir conduciéndo la educación por la brecha de las
desesperanza, pues claramente señaló que él es empresario, que lo único que le
interesa es el dinero y no la política ni mucho menos las necesidades de los
mexicanos.
Fiel a mi
semejanza con mis recuerdos literarios y universitarios, quiero poner en
práctica algunos conocimientos en mercadotecnia que aún no olvido; claro,
relacionado con los cuatro personajes antes mencionados, en un sentido
verdaderamente animal. En clase nos
decían que un producto se divide en cuatro categorías que se le conocen de la
siguiente forma:
1.- Producto
“incógnita”. Cuando el producto tiene una posición competitiva baja en un
mercado de crecimiento alto, por lo cual hay que aportarle más recursos para
que remonte en la posición de mercado ante la competencia, como le sucedió al
revelador Gabriel Quadri, candidato de Nueva Alianza, que después de ser “producto
incógnita”, pasó a ser producto revelador.
2.- Producto
“estrella”. Tiene posición en el mercado, pero no se tiene que dejar de
invertir en él, pues no se vale por sí mismo, sino por los esfuerzos de quienes
lo rodean, como es el caso de Peña Nieto, que lejos de ser un personaje
inteligente, tiene que ser manipulado por sus allegados para seguir brillando.
3.- Producto
“vaca”. A pesar de las crisis, la empresa puede recoger recursos del producto
por la posición competitiva (tenacidad) que ha mantenido en el mercado, gracias
a la aceptación del producto, como es el caso del señor Obrador.
4.- Producto
“perro”. Cuando el producto pierde posición ante la competencia por su lento o
nulo crecimiento, y sólo genera gastos que podrían dedicarse a otro rubro. Es
el caso de la señora Josefina.
Debido a que
los políticos se exhiben como productos en televisión y que no sirven para mucho o nada, sólo resta optar no por
el más bonito, sino por el menos dañino, pues al fin y al cabo, sería imposible
dejar de consumir chatarra, como el chocotorro y la coca cola que hoy me avente.
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