
Ejemplo, ayer un conocido que tiene algunas deudas por saldar y que recientemente se quedó sin empleo, me señalaba que la única opción de ingreso que tenía, era ofrecer su servicios de limpieza en el Metro, con un sueldo quincenal de mil 300 pesos, que con duras penas le alcanzaría para cubrir el gasto de sus pasajes y darle para medio comer a su mujer junto con sus tres pequeños. Al final, con agallas y una sonrisa, me confesó su otra alternativa a pesar de los riesgos que ésta implica.
El dato que recientemente dio a conocer Edgardo Buscaglia, experto en seguridad y crimen organizado, en torno a que se vive una situación de inestabilidad y muertes similar a la de 1910 con la Revolución Mexicana, también paso indiferente a la opinión pública, pues ya no causa asombro mirar en televisión y escuchar respecto a la muerte de decenas de jóvenes, entre ellos hijos de políticos y artistas, como recientemente fue el caso del hijo del ex gobernador de Coahuila, quien ahora se desvela en destramar las entrañas en las mafias de poder, revelando nexos entre empresarios y narcotraficantes; sin embargo, cuando tuvo la oportunidad de abatirlo como gobernador, no lo hizo, por el contrario, endeudo a los habitantes de su estado con una cantidad que ni los nietos de la actual generación alcanzaran a cubrir. Las paradojas del poder, la mafia y la vida.
La presente indiferencia de la muerte ante los 70 mil ejecutados que se contabilizan en el presente sexenio, -pienso- sólo puede ser asimilada releyendo y entendiendo a Mr Ripley, personaje principal de Patricia Highsmitn en su literatura criminal.
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