jueves, 22 de marzo de 2012

El país de la resistencia

Ayer intenté empezar a escribir el presente filo con el título, la ciudad de los desastres, pero el corte de inspiración por la preocupación carnal, hoy me llevo a rectificar la encomienda, como en su rayuela de ayer La Jornada lo señalaba, por la generosidad de nuestra bendita tierra, que tras robos sexenales y terremotos: “País generoso el nuestro”

Enrolado en la lectura de personajes refugiados en nuestro país durante la primera y segunda Guerra Mundial, así como en la Guerra Civil Española, fervientemente sigo creyendo que a pesar de los abusos y robos que se han suscitado en nuestra nación a raíz de la invasión española a la  Gran Tenochtitlan, nuestra tierra y raza siguen siendo de un maíz indómito ante las adversidades ajenas a nuestro entorno.  Pues al escuchar que nuestra bendita tierra no se inmuto ante la embestida que a otras naciones ha hecho sufrir, el elogio bien podría ser divino, pero más bien creo que es cultural, por le herencia guerrera que nos han legado nuestros padres y ancestros prehispánicos, con su veneración y respeto al prójimo y al medio ambiente.

Después de tener la fortuna de hacer un recorrido de sur  a oriente de la ciudad  tras el temblor, pude constatar la resistencia y generosidad que en nuestro pueblo sigue imperando, ya que a pesar de la falta de energía eléctrica en los semáforos, los automovilistas amablemente cedían el paso. En tanto, por la radio escuchaba que un mar de internautas reportaban las condiciones ambientales y sociales de todos los puntos de la capital, el país y el extranjero. En realidad, era soberbia la actitud de la población con su empatía ante al prójimo.

La energía que contagiaban los policías en los cruceros, casi automáticamente reanudaba el funcionamiento de los semáforos.

En el asunto político, como siempre, la cosa está perdida. El mejor ejemplo es la metáfora de la Cámara de Diputados, donde los legisladores al ver el movimiento del lujoso candil que tienen en su lugar de trabajo, salen despavoridos, en lugar de tener un sistema de organización para coordinar cualquier eventualidad que acontezca no sólo en la capital, sino en el país entero.

Seguía escuchando diferentes frecuencias de radio y ni indicios que hubiera un mensaje de calma de algún funcionario importante. ¡Lamentable!, pero creo que es lo más endeble que se ha heredado.

Ya lo advertía el maestro Fernando Benítez, que lo más podrido es la destrucción que han aprendido nuestros gobernantes, como lo refiere en su obra El libro de los desastres, donde describe la agonía cultura que verdaderamente nos ha sacudido, gracias a la ignorancia de los diversos representante que han estado al frente de la nación, y a la rapiñaría y ambición de quienes México ha dado refugio en tiempos de crisis, ensañándose con la destrucción de conventos prehispánicos, el saqueo de libros y códices, que fueron adquiridos a muy bajos costos, en su defecto, hurtados, y que ahora descansan en bibliotecas de Europa, principalmente, del estado de Texas y California, estados que de la misma manera nos fueron hurtados con toda la riqueza  cultural del siglo XVI. Sin embargo, a pesar de los constantes abusos en contra de nuestro hermoso pueblo, nuestra nación se mantiene indómita y resistente ante cualquier adversidad, como  lo demostró junto con su pueblo guerrero el pasado martes al filo del mediodía.

(Muchas gracias a quienes ayudan a la resistencia de los filos con sus comentarios, en especial, a mi brother CLG)

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