miércoles, 23 de octubre de 2013

Explicito


Nos hemos acostumbrado a la indiferencia, que en muchas de las ocasiones nos cuesta trabajo distinguir entre lo real e irreal, al grado de creer que como sociedad cada día somos más vanguardista; sin embargo, -creo- la mercadotecnia, sobre todo, la televisión, refuerzan la teoría del marcantilismo-político, de la supervivencia del más rico, fuerte y poderoso, dejando en segundo y hasta último plano, la alimentación del alma por medio de las artes, aunque éstas, en algunos de los casos nos refugian en submundos que nos sumergen en realidades aún más irreales.

Lo anterior, respecto a la reflexión de la obra literaria en mis manos, El pintor que escribía, de L. Wierzchowski, donde el personaje principal, el pintor Antonio Belluci, refugiaba la soledad de su amor ajeno e interno, aparentemente, en los trazos que plasmaba en sus lienzos, empero, lo revelaba aún más cuando escribía detrás de ellos.

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