miércoles, 12 de octubre de 2011

Tauromafia

La muerte humana también es negocio, pero eso no justifica que sea promovida para la supervivencia de otros, por el número de empleos que genera la elaboración de enseres para el viaje al más allá, como se hace con las masacre de toros en la ciudad de México. El empresario Herrerías, líder en el ramo taurino, paradójicamente argumenta que el espectáculo de toros no debe morir en el DF, para no dañar la endeble situación de los empleos en México. Sin embargo, no se difunde cuáles son los monopolios que se hacen más ricos de lo que ya son, con el negocio de la sangre, como es el caso de Televisa.

La semana anterior, los sumisos diputados de la nación, desistieron sesionar en torno a la iniciativa de Ley promovida por el PVE y el PRI, para prohibir la masacre de toros, seguramente por las estocadas de billetes que les clavaron en sus bolsillos, pues las corridas del mes venidero ya están programadas y financiadas por el aparato de publicidad en torno a ella$. No obstante, el joven legislador del PRI, Cristian Vargas, conocido como el dipuhooligan, por sus destrozos, y su ausencia cultural, es férreo promotor de la prohibición de espectáculos con animales; o sea: los toros y los circos, argumentando que “también son seres humanos”. El mismo doble discurso aplica el partido Verde Ecologista, mañosamente como campaña de publicidad, ya que del presupuesto anual que recibe, no aporta ni el uno por ciento a la protección de los animales, que es su filosofía de campaña.

Lo más sensato que he leído a favor y en contra de las corridas de toros, no son los últimos artículos que han aparecido en diferentes diarios nacionales, sino los argumentos de los escritores españoles: Javier Cercas, con su texto Ética de los toros , y Juan José Millas, con algunos artículos y su extraordinaria descripción fotográfica Torero con sangre. El primero, dice que los toros existen porque sirven de espectáculo artístico con su muerte, de lo contrario, se extinguirían. El segundo, refiere que la racionalización de la tortura, acaba con la fiesta.

A pesar de ser un pollino en el tema y que nunca he presenciado una “fiesta” taurina, con el argumento de Millás, de quien he leído algunos de sus libros, y muchos de sus articuentos, entiendo que los asistentes a las corridas son unos insensatos irracionales que disfrutan como barbaros la masacre de un animal. Situación con la que coincido, pues por más que he intentado apreciar la valentía del torero como arte, me parece un acto irracional demostrar su hombría frente a un animal de media tonelada de peso.

O será que la percepción artística de la burguesía, que es la más afluente a los toros, es más insensible y abstracta que la de las mayorías, u aplicará lo que el filósofo Sartre opinaba sobre la burguesía en relación a las artes, como el de la literatura: La burguesía se encuentra en un estado de pasividad relativa, ya que no practica en absoluto el arte (…) y espera que todo, fondo y forma, le sea proporcionado por un genio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario