miércoles, 4 de mayo de 2011

Activismo Klug

* Día del Niño
* Norbestia
* Alma sin cadenas

El día conmemorativo para los peques, oficialmente nombrado como Día del Niño, el “Santo de los pederastas es elevado a los altares”, por el “más grande de sus milagros: encubrir a violadores”, vocifera, frente a las puertas de Catedral metropolitana, donde se lleva a cabo la homilía correspondiente, la señora Julia Klug, tras conocer el veredicto del Vaticano para la beatificación de Juan Pablo II.

La mujer , de 57 años de edad, que en su rostro lleva acuestas la agonía de la muerte y la vida, por la vejación de un cura cuando tenía 7 años, y el reciente “asesinato” de su hijo -un militar bilingüe próximo al matrimonio, que apenas rebasaba el primer cuarto de un siglo de vida-, sentencia que la orden de ejecución en contra de su “niño”, salió del mismo lugar que se ha venido manifestando desde hace más de un lustro, a fin de impedir que se repliquen los abusos de la iglesia contra menores, pues la tarde del 3 de octubre del 2010, cuando sostenía un arma letal sobre sus manos con consignas que más tarde serían pruebas fehacientes en el caso Maciel, un soldado del imperio católico, inspirado por la cátedra de Norberto Rivera, salió del recinto que invade la gran Tenochtitlan, para susurrarle el versículo: “hija de tu puta madre, si no te quitas de aquí, te vamos a dar en lo que más te duele”. La sentencia –cuenta- se cumplió tres días después con la maiceada ejecución de su hijo en las cotas de guerrero, cuando tripulaba una aeronave de la milicia en malas condiciones.

La bestia blindada

Su férreo activismo no ha mermado ante la embestida de la bestia blindada de Norberto Rivera, en octubre del 2007, que la dejó afectada de su columna y sin actividad física durante el 2008, sin el correspondiente castigo para los responsables, Norbestia y chofer, respectivamente, a pesar de la denuncia de hechos presentada en la procuraduría capitalina.

Mientras posa con su corona eclesiástica y su sotana en color purpura, bajo una temperatura mayor a 25 grados, para la lente de una cámara profesional, su rosada piel de rostro y manos reflejan el barniz de resistencia ambiental frente a las batallas semanas que mantiene frente a catedral. En tanto, una mujer de piel obscura, que no rebasa el 1.60 de estatura, que se encuentra de visita en la capital, convoca a los presentes del activismo Klug a sumarse a la revuelta social que se empieza a gestar en la nación, para cambiar la “fea y desagradable” imagen que se tiene de México en el extranjero: “hay que hacer algo; Grecia es un ejemplo”.

-No tengo filiación partidista-, responde Julia ante la acusación perredista que le imputa una mujer de avanzada edad.

-Mis convicciones son: corazón y dignidad-, remata.

La concentración de más personas al sketch sacerdotal de Julia Klug también alienta la presencia policial del GDF, empero, una uniformada, que sostiene un radio transmisor entre oreja y boca, con conocimiento de hechos, asegura que la activista se retira a las tres, y hasta entonces, podrá ir a comer.

La pensión y manifestación son un derecho

Dice:

“A pesar de la muerte en servicio de mi hijo, que ya va cumplir siete meses, la Sedena no ha respondido a la pensión que me corresponde”, como lo establece la Ley del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas de México, en su Título Segundo, Capítulo Segundo, Artículo 45: Las pensiones (…) serán pagadas a partir del día siguiente de la muerte del militar (http://www.sedena.gob.mx/pdf/leyes/ley_issfam.pdf). Sin embargo, cree que el escamoteo de recursos, se debe a su activismo social.

-¿Hasta dónde piensa llevar su protesta?

-Hasta que enjuicien a Norberto Rivera-. –Aquí afuera de catedral junte 30 mil firmas para hacerlo, pero las autoridades son complacientes con los criminales de la iglesia.

-En cuanto enjuicien a Norberto, levanto mi protesta.

También confiesa haber participado en el platón del 2006, sobre Paseo de la Reforma, para demostrar su descontento por el fraude electoral. Su imagen de mujer indómita e insumisa, me remite a la crónica de referido plantón, escrita por Elena Poniatowska, en su obra Amanecer en el Zócalo, donde señala: Las almas que no protestas, son almas encarceladas.

Al tiempo que le pido un mensaje para los jóvenes, se escucha una voz entre el conglomerado que la cuestiona sobre sus miedos a que la califiquen de loca por sus actos.

-Prefiero estar loca y no pendeja-, responde.

Enseguida voltea y me atiende: La juventud tiene que cultivarse, leer para despertar y no dejarse mangonear por la religión.

Cuando agradezco su tiempo, y me despido, su fervor religioso sale a flote, aseverando que Cristo es amor y luz, empero, la obscuridad está ahí dentro, señalando con su pulgar derecho en dirección a Catedral, donde la misa acaba de concluir.

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