miércoles, 10 de agosto de 2011

Boom del libro digital

La venta de más libros digitales que impresos en Estados Unidos y otros países desarrollados, me recuerda la obra de Ray Bradbury, Fahrenheit 451 -que leí y vi por televisión -, donde el tema central es la quema de libros para inhibir el razonamiento de la sociedad, que se cree los hace infelices, por lo cual, pequeños grupos memorizan fragmentos de diferentes obras literarias, a fin de evitar su desaparición, y su posterior redacción e impresión.

Aunque el boom digital de los libros no es tan extremo, como la metáfora de Bradbury, en Fahrenheit 451, especialistas en redes sociales auguran el fin del libro tradicional, pues a cuatros años que se inició con la comercialización de libros electrónicos, la semana anterior una de las empresas más sólidas en la materia, Amazon, anunció que la venta de libros digitales o e-books, en Estados Unidos rebaso a los impresos, debido a su accesibilidad, portabilidad y costo.

Cada día observamos, al menos empíricamente en el DF, que el ritmo social y laboral de las personas, les deja poco tiempo para poder hurgar en alguna de las escasas librerías que se mantienen en pie, donde los precios siguen siendo poco accesible a diferencia del internet. La última ocasión que acudí a una de ellas, la obra que pretendía comprar, de Kapuscinski, oscilaba entre los 400 pesos, situación que me obligo a huir de ahí y husmear en establecimientos de venta de libros de viejo, donde he adquirido excelentes obras desde un costo de 10 pesos.

A pesar de las tristes estadísticas que han revelado que en nuestro país la población lee poco, el libro impreso aún está a salvo, y no se debe a la reticencia del cambio tradicional por el digital, como algunos pensarían, por el contrario, más bien, creo que se trata a la prevención de extorsiones y defraudaciones a la que nuestra clase política nos tiene acostumbrados, y que creemos ha contaminado a la intermediación de las finanzas digitales. Además, otro de los factores, son los endebles sistemas electrónicos con los que cuentan las pocas de estas empresas en México, como es el caso de la pionera Biblits, que a casi dos años de su creación, un servidor trató de consultar dos obras literarias que me ha sido imposible conseguir en nuestro país, pero la página mostraba mensaje de error las veces que intenté hacer la consulta.

Así que hasta el momento sigo en la inexperiencia de la compra digital de uno de mis vicios: el libro. Pero no así de su lectura electrónica, gracias a la recomendación que un amigo me hizo respecto a literatura japonesa, que es cara y difícil de conseguir. La obra en cuestión en la que navego es del premio Nobel, Yasunari Kawata, que se titula Lo bello y lo triste, que está disponible en un blog de internet. La experiencia es diferente.

Considero que el libro digital “nunca” sustituirá al libro impreso, por muchas razones, entre ellas y principalmente, porque no es lo mismo tener tres o cinco discos, donde caben cientos de libros, a mirar tu estante de libros y saber que en cada uno de ellos, a parte de la historia que contiene impresa, existe otra que forma parte de tu intimidad, como aquellos secretos que son de cierta época, que fueron en ciertas circunstancias y que están marcados por las vicisitudes que en su momento se vivieron, y que no pueden ser revelados porque es lo único que te pertenece y lo que posiblemente sea lo único que nos acompañe a la muerte.

Ignoro si un dispositivo móvil o una computadora portátil dañan más o menos al medio ambiente, que la tala de árboles para la impresión de libros, o, si el internet algún día podrá crear la sensación de la textura y olor de un libro, pero prefiero seguir en la homilía que predicaba Ray Bradbury: El olor de un libro nuevo es agradable, pero el olor de un libro viejo es mucho más agradable.

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