miércoles, 24 de agosto de 2011

Primero África, después Taibo II

Tenía pensado dedicar el presente filo a la literatura de Paco Ignacio Taibo II, homenajeado hace unos días en el Palacio de Bellas Artes, y de quien  sólo he leído la biografía de Pancho Villa, y algunos de sus cuentos, junto con su obra de El cura Hidalgo y sus amigos, ésta, después de recomendármela  en una feria de libros en la zona de Iztapalapa, al referirle que su libro sobre los buitres que conspiraron contra el presidente Francisco I. Madero, titulado, Temporada de buitres, era una obra maestra.

Me extenderé un poquito con el creador del detective Belascoarán, que es Taibo II, antes de pasar al tema que me obliga a cambiar de filo. La admiración que profeso por Paco Ignacio Taibo II -refugiado en México durante la dictadura de Franco en España-, es por su vocación social que siempre lo ha movido como hombre honesto e incorruptible, desde su participación en el movimiento estudiantil de 1968, advirtiendo con cigarro en mano y humor irónico, en la promoción y venta de sus propios libros, que la honra vale más que la cartera, como su padre, amigos, madre, Robin Hood y muchos libros más se lo han enseñado. Ya habrá ocasión e inspiración para hablar más en torno a quien piensa que la literatura y la escritura nos transportan a otras dimensiones, pues sería muy aburrido el vivir una sola vida.

África

El motivo para cambiar de tema, se debe a la farsa sensibilización de Televisa, respecto a la extrema situación que se vive en países de África, que no sólo es en Etiopia, Kenia y Somalia, principalmente, conocidos como el cuerno de África, sino también en la parte centro, nombrada como África sudhariana, donde se tiene el mayor registro de niños huérfanos por la muerte de sus padres por el virus del Sida, y, donde desde finales de los años 60, el periodista polaco Ryszard Kapuscinski ha plasmado en sus diferentes obras la situación extrema que han provocado los diferentes movimientos sociales, como guerras, golpes de Estado y revoluciones. A pesar que siempre he pensado que África es un universo en sí misma, desde hace tiempo me ha interesado su mosaico de contrastes y, en la medida de lo posible he tratado de acercarme a ella mediante la literatura.  Kapuscinski, en su obra Ebano, El Emperador, y Un día más con vida,  hace un extraordinario reflejo de los abusos y contrastes que se viven en África, desde el efecto domino que los movimientos de independencia de 1968 han provocado en países como Uganda, El Congo, Ruanda, Mozambique, Zimbabue, Angola, Etiopia, Somalia, entre otros. Las usurpaciones de Ingleses, franceses, alemanes y portugueses en África, podría comenzarse a entender desde la literatura de Doris Lessing, principalmente con su primera obra, Canta la hierba,  y Ryszard Kapuscinski, respectivamente.

Por su parte, el excelente cronista argentino, Martín Caparrós, desde las entrañas de diferentes puntos de África, describe el lenguaje gitano de los africanos en torno al pantalón corto o manga larga; es decir, cuando los rebeldes capturan a los fugitivos o enemigos, aplican la psicología de la tortura, solicitándoles obtén por la mutilación a machetazos de sus brazos o piernas; es decir, manga larga o pantalón corto, o viceversa. La situación de mujeres y niños también las describe en sus extremos; las primeras al ser objeto de satisfacción para los fatigados soldados; los segundos, al ser reclutas para las filas de la milicia, en su defecto, para los rebeldes.  

En su oportunidad, el funcionario norteamericano Thomas Melady, embajador de Uganda en 1971, narra en primera persona las masacres del tirano Idi Amin Dada, para conseguir el poder en su país. La biografía del dictador africano, entre tantos que se cuentan en ese continente, como en América Latina, nunca ha sido revelada por la ONU, sin embargo, bajo su responsabilidad están la muerte de más de 150 mil ugandeños. Las imágenes más famosa del violento Amin Dada, que era aficionada al box, son dos; la primera donde ingleses de tez clara arrodillados le rinden pleitesía, y la segunda, donde cuatro más lo cargan sobre un pedestal donde él va sentado, símbolo de la humillación e indignidad del poder. La obra es una perspectiva desde la comodidad y amparo de los EU, no obstante que no deja de ser un referente desde las entrañas de la Uganda de Amin Dada.

Recientemente el premio Nobel, Vargas Llosa, ha hecho un recorrido especial por África para plasmarlo en una serie de reportajes especiales para la revista dominical de El País. La cobertura especial por parte de diferentes escritores, que es única y extrema, abarca diferentes puntos neurálgicos del globo terráqueo. La experiencia es recomendable por su empatía.

En tanto, una de las películas con menos ficción que narra la masacre en África por diferencias raciales e ideológicas entre hutus contra tutsis en Ruanda en 1994, es Hotel Rwanda, dirigida por Terry George; es un referente para entender las diferencias de más de tres décadas en ese país de África. Las cintas de La caída del halcón negro, considera como una de las mejores obras en materia bélica, refleja la desfachatez e intromisión de los Estados Unidos en Somalia, poniendo en la insensibilidad a los combatientes somalíes y ensalzando el papel de los soldados gringos, al estilo de Hollywood, al igual que la cinta, Diamante negro; ambas reflejo de la utilización y ficción de África.

Telerating

Televisa en el transcurso de esta semana ha estado transmitiendo desde el centro de refugiados en Etiopia imágenes que a cualquiera le causan conmoción al ver pequeños con extrema grado de desnutrición y las moscas apiñadas en sus rostros, sin embargo, su reportero especial, Loret de Mola, que es protegido por soldados de la ONU en un refugio de ésta institución, poco o nada aporta a la situación cultural-social-política que por siglos se ha desconocido de la desértica y selvática África. Por el contrario, pretende que la empresa para la que trabaja, que tiene el poder y dinero suficiente para promover una campaña real de ayuda, muestre su lado altruista, con fines perversamente de comercialización por el nivel de rating que obtienen de acuerdo a las imágenes de indignidad que difunden. Ayer, el reportero en cuestión señalaba que con tres pesos al día, medianamente se salva la vida de un niño africano, pero Televisa que gana millones de pesos al día, no ha alzado la voz para hacer una donación real, al menos para la zona a donde envió a su reportero estrella, de seguro, porque la situación política en África es igual de corrupta o un poco más que en nuestro país, además que no es tan rentable como el Teletón en México.

Hace poco más de tres años, en televisión azteca, observaba incrédulo la cobertura de la reportera mexicana Adriana Valasis, desde zonas en guerra en África, pero con el paso de los años, extrañamente fue relegada a cuestiones de índole urbana en la capital de México. Situación rara y de sumo desprestigio para la reportera y el medio principalmente, pues un servidor tiene conocimiento que ha sido la única mujer mexicana en inmiscuirse en las revoluciones de ciertas zonas del continente negro, además que sus conocimientos respecto al tema, eran más bastos que los del reportero estrella de Televisa. Lastima, porque sería un mejor trabajo que el de Televisa.

Tengo la convicción de algún día visitar el paraíso terrenal-natural de África. Por ahora, ojalá de algo sirva mi experiencia infernal-literal sobre África, en el entendido que otros escritores que me han acercado a ella, no los alcance a recordar, ni mucho menos a citar.

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