miércoles, 13 de abril de 2011

Cátedra política

El fin de semana, el presidente más popular y eficiente de los últimos tiempos, quien gobernó durante ocho años su país sin tan siquiera ir a la universidad, empero, construyó 15 de ellas, aumentó el salario en un 60 por ciento y, sobre todo, puso a la vanguardia a su nación con la explotación de su petróleo, gracias a la aportación de capital privado y público, ofreció una cátedra magistral en la Convención Bancaria celebrada en Acapulco, donde afirmó –ante hombres de negocios- que la situación que hoy vive México es consecuencia de los años de desatención a los más necesitados, pues: “Ninguna nación será grande y respetada si su pueblo no tiene esperanza”. El personaje de baja estatura, barba blanca y tupida como la nube, de profesión obrera antes que política, por si acaso aún necesitara presentación, es el ex presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.

Por otro lado, hace dos días en el recinto de la UNAM, el diputado argentino Juan Cabandié, de 32 años, defensor de los derechos humanos e hijo de padres desaparecidos en el periodo dictatorial de su país y bajo la vida de una identidad falsa durante 26 años, advirtió que la concentración de los medios de comunicación en unas cuantas manos son un “enemigo a la libertad de expresión” por el poder mediático al servicio del poder propagandístico, como ha ocurrido en Argentina con el diario Clarín, quien olvida su papel periodístico para convenir al mejor postor, y como también sucede en nuestro país, no sólo con medios impresos, sino también con la televisión. En el contexto del ensangrentado México que vivimos, dijo que la plataforma del presente se construye con su pasado, de lo contrario, “se impide cualquier posibilidad de avance”, por ello, hay que revelarse contra quienes pretenden dejar en el olvido las impunidades y abusos, hasta que se haga justicia, como en su caso, que después de 26 años descubrió su verdadera identidad y que sus padres fueron asesinados por militares, simplemente, por defender su pensamiento político.

Dudo mucho que la cátedra política de ambos personajes haya sido escuchada, ni mucho menos entendida, por la clase política de nuestro país, pues de última hora, en un acto desesperado, quien se ostenta como presidente de México, exhortó a los empresarios para que presionen a los diputados a fin de que se apruebe la reforma laboral, que nos privaría de derechos que hoy se establecen en la Ley Federal de Trabajo; por ejemplo, la cancelación al derecho de antigüedad, y la contratación a préstamo, es decir, que si después de seis meses “no funcionamos”, la empresa tendrá derecho a darnos una patada en las nalgas, sin poder decir, pío.

Otra anécdota para la ignominia de la política nacional, ante la cátedra del joven legislador argentino en la UNAM, es la reciente aparición pública a la política nacional del ratero René Bejarano, conocido en el inframundo como el señor de la ligas, quien ahora regresa al PRD como dirigente y asesor, acompañado de toda su banda que le ayudará a operar el andamiaje sucio de la campaña del Edomex y del 2012.

Tampoco podemos quejarnos que en México no haya políticos jóvenes, por el contrario, ahí está el dipuhooligan del PRI, Cristian Vargas, de 25 años, con estudios inconclusos de preparatoria, dado a la destrucción de equipo de trabajo, agresión a sus vecinos, y que en sus dotes de intelectual, confunde las obras del GABO.

También tenemos a la sobrina de la esposa del presidente, Mariana Gómez del Campo, de 31, presidenta del PAN en el DF, dedicada a promover la fobia contra las mujeres que toman la decisión de abortar, ante diferentes circunstancias. También tiene como pasatiempo subir videos de su pandilla a su blog: http://columnas.ejecentral.com.mx/quevivalaciudad, en lugar de promover y apoyar las causas sociales, como sí lo hace el legislador argentino Cabandié, también en su blog: http://juancabandie.blogspot.com/. Grandes las diferencias.

Recuerdo que el maestro Miguel Delibes, en su obra La primavera de Praga, manifestó su desagrado por la política, sin embargo, consideraba una necesidad moral no desatenderse de ella, por el impacto que tiene en el bolsillo.

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