sábado, 23 de abril de 2011

Feliz cumple...

     23 de abril día del libro

Mientras la ciudad de México se ungía como pavorreal, resplandeciendo su colorido natural sobre su arquitectura de herencia prehispánica y vanguardista, ante el éxodo de los capitalinos por los días de guardar, en sus calles el ambiente era desolador: negocios cerrados, colectivos vacíos y la ausencia de la inseguridad, no obstante del fervor religioso con asistencia masiva en el oriente de la capital, por la representación 168 de la crucifixión de Jesús.

Al tiempo que cruzaba uno de los puntos neurálgicos para el entretenimiento en la ciudad, bautizado como Zona Rosa, por un pintor que en los 80s exhibía su arte en ese tono, la inasistencia del turismo se hacía presente, para dar tiempo al retoque de los establecimientos que aún anunciaban sus promociones de consumo, hasta al 2x1.

Cuando viajaba en el bus que me dejaría a las puertas del concierto de libros en el Auditorio Nacional, recordaba un reportaje que acababa de leer en el diario El País, presagiando la muerte del libro impreso por la comodidad e inmediatez del servicio digital. El texto revelaba la preocupación de los libreros por la ausencia humana, que cada día es más constate, a las librerías, situación que también ha devengado en el cierre de éstas. Sin embargo, dentro del masivo de literatura, el representante de ventas de la editorial Era, Adrián Itatuza, acompañado del Popeye, marino que estuvo –cuenta- a la deriva más de dos días en las costas del sur a bordo del Cañonero de Guanajuato en el año 1966, confirmó la agonía de las librerías fijas, empero, el salvavidas está en su origen nómada, con la ventaja, en que los títulos antiguos de gran valor cultural que están en bodega en proceso de destrucción, se pueden ofertar a un costo más accesible, pues en la librería se da más espacio al best seller.

En otro templete, el representante de Tusquets, Mario Bello, no reveló el costo de renta del espacio, “pero es mucho más económico y redituable al pago de renta en librería, a pesar de la rebaja que todavía se hace aquí sobre el libro”, dijo.

En la charla que constantemente era interrumpida con el representante editorial de Alfaguara, Esteban Jiménez, por la suma de libros que se vendían, su preocupación por la extinción del libro impreso fue menor, ya que sus ventas no se han visto mermadas, negando la inasistencia física en las librerías. Aunque destacó que su función sólo es distribuir. En torno al papel de nómadas que hoy hacen las librerías, no se vio muy complacido, por los costos de traslado e instalación y la rebaja al costo original del libro, además del 10 a 15 por ciento que se tiene que pagar por derecho de autor. A pregunta expresa de la campaña rescata un libro para evitar su destrucción: “sale más caro regalar el libro, por el pago de derecho de autor, y el que ya no cabe en bodega, se tiene que destruir”, respondió.

La afluencia al festejo, un día previo al cumple, no fue menor a los 2 mil asistentes.

Hoy en su día, seguro rebasará la expectativa.

Al final, comprobé que la extinción del libro impreso, hasta el momento, sólo es un mito...







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