miércoles, 22 de junio de 2011

Jardín botánico de la UNAM

Uno de los lugares más mágicos que he visitado en la ciudad de México es el jardín botánico de la UNAM, enclavado en lo que fue una zona volcánica hace más de 2 mil años y que ahora ocupa el punto neurálgico de la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel.
Confieso mi pasión, admiración y respeto por la naturaleza, en especial por los cactus, debido a su condición prehispánica, endémica y curativa, entre otras más que pausadamente se van redescubriendo ante la falta de recursos y la negligencia de las autoridades para profundizar en sus beneficios y virtudes, que fueron relegados a raíz de la invasión española a la gran Tenochtitlan y toda Mesoamérica, pues es sabido que en la época Azteca la especie de las cactáceas era venerada y respetada por sus alternativas benéficas.
El jardín botánico de la UNAM es el más grande e importante de América Latina, con dos tipos de ecosistemas: desértico y bosque. En éste último existen especies tropicales y medicinales, donde se percibe el agradable aroma de las rosas o la ruda medicinal. En el primero, el desértico, además de transportarte con la buena vibra que existe, se pueden apreciar cactus de más de 5 metros de altura y afiladas espinas en diferente gama de colores. El espacio tiene una extensión de 12 hectáreas y más de 5 mil especies de la flora mexicana.
Su creación tiene más de 50 años, con el principal objetivo de mejorar la investigación biológica de la flora nacional por parte del profesorado y estudiantes de la benemérita UNAM. En el mundo se tiene un registro de 540 jardines botánicos, 62 de ellos en México.
Las diversas especies de cactus que existen no gozan de buena reputación en nuestro país por el trato denigrante que se les ha publicitado, como la imagen que hace referencia a la apatía del mexicano recargado sobre un cactus, aunque en realidad creo se trata más de una metáfora. Otros para referirse de manera despótica contra la personas de gran altura, los comparan con el crecimiento “inútil del nopal” (creces a lo baboso como el nopal), ignorando los beneficios científicos de éste.
Los cactus tampoco son apreciados como "bonitos" o "bellos" para tenerlos en el hogar, principalmente por su escudo de espinas que les permite defenderse de los depredadores de las zonas desérticas, para que no les roben su agua que acumulan por largos periodos para sobrevivir. Sin embargo, las autoridades mexicanas legislaron en la materia para sancionar a quienes trafiquen con ellos, porque en Europa su demanda es alta, junto con su aprecio, por las cualidades que los nacionales nos empeñamos en seguir ignorando y despotricando. Cabe señalar que en los límites de Puebla y Oaxaca 50 hectáreas conforman el jardín más grande de cactáceas en el mundo.
El recinto dedicado a los cactáceos en CU realmente es un paraíso. Describirlo es casi imposible por sus veredas de roca volcánica que dan cabida a los épicos inframundos que se concentran en cada una de las especies. El siguiente siempre he creído que es el centro del universo.
El investigador Dr. Ángel María Garibay en su obra Historia de la literatura náhuatl refiere que el poeta Nezahualcóyotl procuraba con ahínco un jardín de cactáceos que poseía en el Valle de Texcoco.

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